CAPÍTULO 27
Una vez llevada a cabo la
hazaña de Jane, podría proceder a viajar rumbo a donde se encontraba Sharon.
Ahora que Jane se hallaba libre de culpas y pesares, sólo quedaba enfocarse al
encuentro con su querida amiga, se arregló, buscó su mejor atuendo y prosiguió
al encuentro con Roberto ya que habían acordado ir juntos.
Si bien, Roberto era un
tipo capaz de sonrojar a cualquier mujer, principalmente a Jane que tenía una
debilidad por los chicos, había algo que hacía que a ésta no le cuadrara del
todo pese a ser un muchacho atento y respetuoso, solía hacer preguntas muy
discrepantes, personales para ser exactos. El viaje transcurría con normal y
amena regularidad, entre pláticas y risas, mismas que se vieron interrumpidas
por una torpe e inmiscuida impertinencia de Roberto.
- Bien, Jane, todo lo
anterior que me has venido conversando me resulta en verdad interesante, ahora,
platícame un poco de Sharon.
El timbre de voz de
Roberto se notaba aburrido y en cierta forma petulante, ante el cual Jane no se
quedó callada.
- ¡Oh! Así que a esto venía
tanta plática conmigo ¿No? – Dijo Jane, mientras su mirada atravesaba como un
fusil a Roberto.
- No, Jane, querida, eres
sin duda una chica muy linda e interesante, la pregunta que hice fue no iba en
ese sentido tan despectivo como lo tomas, era sólo por curiosidad. – Respondió
Roberto, volviéndose a un tono más delicado y sutil y acompañado de un guiño.
Después de media hora de
halagos, cumplidos y explicaciones logró que Jane le creyera, y… de este modo
respondiera los planteamientos que él hacía.
De ahí en adelante todo
transitaba con singular y aparente normalidad, Jane le platicó de los gustos de
Sharon, colores favoritos, así como lo que era de su agrado y desagrado, formas
de ganarse su confianza, gustos musicales y en absoluto todo lo concerniente y
referente a ella, y no es que Jane gustara de contar las cosas personales de su
amiga, sucedía que la astucia de Roberto era suficiente para que Jane se
disuadiera y respondiese a los cuestionamientos de éste.
El episodio interrogativo
por parte de Roberto concluyó una vez que arribaron al lugar donde se
localizaba la susodicha.
Pese a que la ausencia de
la una con la otra no había sido considerable, el reencuentro fue muy emotivo,
ambas desbordaban felicidad, en la contraparte a los lejos y debajo de una
arboleda, Roberto observaba en total seriedad dando revuelos con la mirada a la
frondosa copa de un árbol, después de todo no podía atenerse a que se le
esperara con un grato y efusivo festejo ya que él se incluyó solo.
Después de unos minutos en
los cuales las amigas se habían abrazado, reído y conversado espontáneamente,
se dirigieron a Roberto.
- Wooow, creí que vendrías
tú solo, pero el hecho de que hayas traído contigo a mi mejor amiga es sorprendente,
te lo agradezco demasiado. – Pronunció Sharon dirigiéndose con una gran sonrisa
acompañada del fulgor y temple de sus cálidos y coquetos ojos, era de
comprender por qué adoraban a ésta chica.
- Es nada, sabía que nada
te pondría mejor que realizar tus actividades con tu inseparable contertulia. –
Asintió Roberto con modesta sonrisa.
- Sí, nada le caería mejor
que pasar su tiempo conmigo, excepto que le dijera las palabras proferidas por
Damián quien sé es su gran querer y ella su adoración. - Pensó Jane, y,
acompañado de esto se atacó a carcajadas, algo que fue extraño y perturbador
para los presentes allí.
Después de tan efusiva
reunión y bochornoso espectáculo de Jane, cada quien se instaló en sus
respectivas habitaciones, Jane con total tranquilidad y confianza recorría la
casa de punta a punta, con respecto a nuestro buen Roberto, no evitaba sentirse
como gato con correa, sensación que desaparecería conforme conociera a los
familiares de Sharon.
El tiempo volaba y había
transcurrido ya cinco días desde la llegada de los dos, cinco días llenos de
fiestas, diversión, ir a centros comerciales o simplemente ir por una café dado
que el gélido clima propicio de un mes como noviembre azotaban con todo su
furor, sí, todo transcurría a la perfección, salvo que Jane era carcomida por
las ganas y a su vez incertidumbre de decirle a Sharon todo lo que Damián
sentía, pero el temor de echar todo abajo la contuvo.
Por otra parte, Roberto
aprovechó para conocer más a Sharon. Mientras él adelantaba puntos para con
ella, en otro lugar remoto yacía un Damián triste, algo desolado e impotente de
saber que mientras esperaba alguien más podría estar teniendo los detalles y
demostraciones de cariño que él por su cobardía nunca tuvo valor de demostrar.
Pasado un tiempo y
poniéndose de pie con voz fuerte Damián se dijo a sí mismo.
- Mi mente sin duda alguna
es la más traicionera y peor consejera en este instante, mas no pienso quedarme
cabizbajo y de brazos cruzados, estoy seguro más que nunca de lo que siento por
Sharon, iré a buscarla y me prometo a mí misma pero sobre todo a ella compensar
todo lo que he hecho anteriormente para alejarla.
Decidido, con una pequeña
maleta y un gajo de hojas, partió Damián entre la confusión e inquietud de la
reacción de su amada, así como pensar que quedaría como un loco obsesivo ante
su llegada.
Pasados quince minutos de
profunda y meticulosa reflexión el tumulto de pensamientos se encontraba ahora
esclarecido e impulsado por una sola sensación, esa misma y perfecta
sensación que invade a las personas cada
vez que recuerdan a quien tanto se anhela, y es que sin esta bella sensación no
habría motivo o inspiración alguna para vivir, contar o fabricar tantas
historias, inclusive las jamás contadas.
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