Y, en efecto, así fue. Sharon después de una
larga insistencia por parte de Roberto, decidió que la podía alcanzar, después
de todo sabía que le resultaría grata su compañía.
Obviamente pese al porte de Roberto y la
confianza que tenía como viejo corredor de pistas, en cuanto a mujeres se
refería, se hallaba apenado tan sólo de pensar qué actitud tomar al llegar
donde se encontraba Sharon, prácticamente era un desconocido para la familia de
ésta. –Ya sé. –Exclamó repentinamente.
Se le ocurrió que sería diferente si llegaba
acompañado de alguien, y ¡Quién mejor que Jane!, la mejor amiga de Sharon.
–Jane, ¿Qué te parece darle una sorpresa a tu
amiga? –Jane se extrañó de ver la forma en que la abordó y sobretodo con qué ímpetu
le hablaba. Si bien habían tenido la oportunidad de medio conocerse, no creía
que existiese tanta confianza.
– ¡Hola! Muy bien ¿Y tú? –Contestó en tono
sarcástico, a lo cual Roberto se mostró avergonzado por su actitud.
– ¡Perdón!, lamento lo descortés, creo que debí
saludar primero, en verdad lo siento. –Aseveró Roberto sintiéndose un perfecto
patán.
–No hay de qué disculparse, sólo bromeaba,
hombre. –Jane sonrió coquetamente. –Ahora dime, ¿A qué sorpresa te refieres,
Roberto?
–Bien, dado que Sharon no está aquí, sino que
está con su familia, y cabe mencionar que creo entender las razones para
alejarse un tiempo, pienso que el hecho de ir a visitarla, llevarla a
divertirse, a distraerse y cosas por el estilo le caerían de maravilla, ¿Qué
dices? –Guiñó el ojo con cara entusiasta.
Jane claramente era una chica con singular
debilidad por los chicos, pero, esto no le impedía especular sobre las
verdaderas razones e intenciones de Roberto. Sabía que en cierta forma podría
haber química entre éste y Sharon aun teniendo en cuenta que Sharon estaba enamorada
de Damián desde ya hace tiempo.
–Ok, me parece bien. –Asintió con la cabeza, con
una expresión un poco seria y a la vez confundida. –Te recuerdo o más bien, te
hago saber que a Sharon le gusta darse su tiempo y en ocasiones casi perderse
por completo de los demás. –Dijo Jane en un imperioso tono exclamativo.
– ¡Ah! Será diferente, si vamos tú y yo es para
evitar que ella se enclaustre, además estará con su familia, dudo que quiera
que la vean así
– ¡Vaaale!, me parece bien, siendo así como lo
planteas, te agradecería que pasaras por mí en unas tres horas, en lo que me
arreglo. –Contestó Jane con una sonrisa de aceptación.
Soplaba una ventisca muy
apacible acompañada de un día especialmente grisáceo, de vez en cuando se
escuchaba una armoniosa sonata producida por las rachas que azotaban los
árboles del parque por el cual transitaba Jane de regreso a su casa.
–Estoy segura que con este clima Sharon y yo
estaríamos degustando un café. –Pensó Jane. Aunque por su cabeza pasaban
pensamientos que le preocupaban más que inquirir qué estarían haciendo o no
Sharon y Ella. Se sentía entre la espada y la pared, por un lado tenía a su
amiga del alma, Sharon, misma a la que iba a ver en compañía de Roberto, amigo
de Damián, en la contraparte se encontraba el mismísimo Damián que cuando éste
se enterase que Jane marchó rumbo a donde estaba Sharon y en compañía de su
querido amigo Roberto, ardería en rabia y quizá pondría en tela de juicio su
amistad.
Jane realmente se hallaba abrumada. Se dejó caer
en una de las bancas del parque con expresión nada efusiva. – ¿Qué sucede
cariño? –Se escuchó detrás de ella una voz muy suave, dulce, en cierta forma
cautivadora y apacible. Al voltear Jane se topó con una persona un poco mayor
de edad, más específicamente; una dama que pese a tener sus años se mostraba
fuerte y vigorosa, vestía muy bien,
mostrando una combinación entre la mujer de buen gusto y la elegancia,
su tez era blanca y, en su rostro denotaban un par de grandes y bellos ojos color
café que por si fuera poco eran semi circundados por unas largas pestañas,
dejando a un lado dichas características, poseía una apariencia muy peculiar,
aparentaba tener experiencia y sabiduría.
Se sentó al lado de Jane, la cual como si la
conociera de toda la vida le platicó los motivos de su aflicción, desde la
situación sentimental de Damián y Sharon, así como los deslices amorosos de
ésta, las actitudes y aptitudes de cada uno, el tiempo que llevaban de
conocerse, del mismo modo le hizo saber la razón de su encrucijada.
La simpática y bella dama sonrió. –Bueno, según
me has contado Damián es buen tipo, amable, calmado y centrado, pero… cuando ve
a Sharon rolándose con alguien más es allí donde pierde los estribos ¿Cierto?
– ¡Exacto! Así es. –Respondió Jane
energéticamente.
–Bueno querida, déjame decirte que quizá la
razón es que Damián ama a Sharon, a su modo pero le ama, cuando un hombre ama a
una mujer puede llegar a perder la cabeza, su orgullo se hace nulo e inclusive
llega al punto de importarle nada el hecho de hacer el ridículo ante la
impotencia de ver que su amada pone atención a otro hombre que no sea él.
AHORA… cuando me referí a que le ama a su modo quería hacer referencia a que
tal vez el modo en que lo hace no es el correcto, él tiene que entender que
debe de darle su espacio, su tiempo que respete su mente demostrándole que sus
pensamientos y sentimientos son importantes para él, de nada sirve que un hombre alardee amar a
una mujer cuando no lo demuestra en mil y una maneras tangibles.
Jane escuchaba atentamente las palabras. –Tiene
usted razón, mi interrogante es ¿Qué debo hacer? O ¿Cómo debo de actuar para…? –Jane
se vio interrumpida antes de terminar su interrogante.
–Primero procura hablar con cautela, anda,
cuéntale a Damián, pero ruégalo y hazle entender que debe de ser prudente,
porque de seguir actuando como un estúpido sólo conseguirá alejar a Sharon, por
otra parte dices que Sharon ama a Damián.
–Está usted en lo correcto. –Respondió Jane.
–Siendo así creo que no le molestará que el
hombre que ama la visite, sobre todo si se le presenta en el mejor de los
planes, no con el fin de confundirla, por el contrario, que le demuestre con
pruebas fehacientes que tiene la finalidad de acercarla, hacerla sentir bien y
lo primordial, hacerle saber que ella es importante para él.
Después de esto Jane se incorporó más aliviada y
tranquila. Realmente le eran de ayuda las palabras de aquella mujercita.
–Mil gracias mi estimada señora, disculpe usted,
pero con todo este asunto olvidé presentarme y preguntarle su nombre, mi nombre
es Jane, ¿Sería tan amable de usted el suyo? –Expresó Jane con singular
cortesía y un poco apenada.
– ¡Oh, vaya! Creí que nunca lo ibas a preguntar.
–Contestó en tono juguetón. –Mi nombre es Lizeth, Lizeth Isbell, y desde luego,
un gusto ayudarte.
–Lindo nombre, Isbell me parece haberlo oído
antes, parece que un día Sharon me comentó de un tal Jeffrey Isbell, bueno,
como sea, le reitero mi agradecimiento, ahora le ruego me dispense, he de
retirarme ya que el tiempo apremia.
–No te disculpes Jane, ve a lo que tengas que
hacer. –Respondió Lizeth. Más tardó en responder que Jane en desaparecer.
Sí que había sido de ayuda la plática con
aquella dama, ahora con firme paso veloz se dirigía hacia el departamento de
Damián, seguía la parte difícil, hablar con él, lo que implicaba hacerlo entrar
en razón lo cual le aparentaba complicado ya que en este tipo de situaciones
Damián había demostrado ser un bruto.
[Los créditos de este cap. son para moisés Abraham],
Un excelente amigo mio :3 ¡Gracias! <3
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias Por comentar!
Solo recuerda...
*Si vas a comentar idioteses...
*Si vas a ofenderme o alguien me comenta ...
*oh algo por el estilo...
NO COMENTES! :D
RECUERDA SIEMPRE TUS COMENTARIOS ME SIRVEN PARA SEGUIR MEJORANDO A SI QUE NO DEJES DE COMENTAR!!
Gracias.