Sharon se mantuvo en silencio, para contestar finalmente:
-Puede que tengas razón, pero tú tienes toda la culpa de esto. Si no hubieses actuado como lo hiciste en la cafetería delante de Graham...
Damián refunfuñó al otro lado de la línea.
-Se os ha visto mucho juntos últimamente.
La joven abrió la boca sorprendida.
-¿Ahora te dedicas a vigilarme o algo así? No te entiendo, de verdad-soltó.
-Sí que lo haces. Sabes que me gustas. Que tú y yo podríamos ser algo más que buenos amigos. Que tienes que olvidarte de lo que Brandon te hizo, de todo el mundo. Pero está claro que tú eres la única que pone trabas. Siento haberme comportado así el otro día en la cafetería, no tenía derecho.
Sharon tragó saliva. Estaba decidida a no responder. Tal vez por orgullo.
Él no tiró la toalla.
-Al verte con otro chico, con el que parecías tener química, no pude controlar los celos. Y es que...no podría soportar verte con otro que no fuera yo. No otra vez, Sharon. Primero mi mejor amigo Roberto, ahora este tal Graham...¿cuántos más?
-No es asunto tuyo-murmuró la joven-. Yo puedo estar con quien quiera y ninguno de ellos es mi novio. Sigo soltera y pienso seguir así. Todos sois amigos míos. Sólo amigos.
Colgó el teléfono y resopló, intentando contener las lágrimas. Ella estaba confundida, sabía que podía estar con Damián al igual que con Roberto o Graham. Sin embargo, atarse a alguien otra vez, perder esa autonomía, le daba tanto miedo como el hecho de que le rompieran de nuevo el corazón.
Ella era un alma libre, alocada y divertida. Solía serlo.
Alquiló un pequeño Fiat y se dirigió en él a casa de sus padres a los cuales hacía tiempo que no veía.
Todavía tenía llaves, así que no se molestó en llamar a la puerta al llegar, simplemente entró.
-¡Ya estoy en casa!-gritó al llegar, con toda la alegría que fue capaz.
Su madre corrió hacia a ella y la abrazó. Las dos se encontraron llorando mientras se fundían en ese abrazo.
Su padre le dio un beso en la frente y le dijo que se alegraba de verla.
Sus hermanas no estaban, así que Sharon pudo instalarse sin que éstas la incordiaran. Deshizo sus maletas en su habitación, que estaba muy cambiada.
Las paredes, que un día estuvieron pintadas de color púrpura, ahora estaban blancas inmaculadas. Todos los posters de Guns n roses estaban quitados, al igual que los de Green day y los de Nirvana. El desorden que dejó en su habitación cuando se marchó no existía en esos momentos.
Igualmente, se sentía en casa, muy cómoda. Tendría mucho tiempo para pensar en su ciudad natal, con el cariño de su familia, que curarían su corazón y la ayudarían a aclararse.
Su teléfono otra vez comenzó a sonar. Esta vez sí miró de quién se trataba y se sorprendió. Era Roberto. Suspiró. ¿Es que hoy era el día en que los chicos no la pensaban dejar tranquila?-pensó para sí misma.
-¿Diga?
-Ey, ¿cómo estás? Hace un montón que no hablamos.
-Bien, ahora mismo acabo de llegar a la casa de mis padres, así que no estoy en la ciudad-respondió ella-. ¿Tú qué tal estás?
-Supongo que igual, lástima que no estés en la ciudad, tenía unas enormes ganas de verte. Ya sabes, para divertirnos-le dijo él, decepcionado.
-Eso es justo lo que necesito-admitió ella.
-Ah, pues dime en donde estás y nos divertimos allí-dijo Roberto.
Sharon no se lo podía creer. ¿Acaso se desplazaría hasta donde ella estaba para verla?
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¡Holaaaa! ¡Soy María! Sé que hace mucho tiempo que no escribo, pero he vuelto :) Tania, cuando lo leas, espero tu opinión del cap.
Bye!
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¡Hola! Tienes un premio en mi blog ^^
ResponderEliminarMiralo [aquí]
un saludo!! ;)
¡Es genial maría! , gracias por tu ayuda :3 Hahaha, Eres increíble :*
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